Andrew adora el color verde, teme a la oscuridad y, pese a que puede pasar horas y
horas hablando, es mudo.
Pero lo único importante es que Andrew es simplemente extraordinario. Él jamás
olvidará la última vez que su madre pudo recordárselo.
Con esa última vez, el amor también pareció desvanecerse de este mundo.
Y entonces llegó un nuevo cielo, que trajo consigo sus propias flores y luciérnagas,
sus propias luces y sombras.
Mithra le ofrecerá su mano bajo aquel nuevo cielo. Recuerda que prometió mostrar
a Andrew cómo vencer a las bestias que habitan aquel mundo verde.
Allí podrá contemplar una antigua danza. Y al hacerlo comprenderá que hay cosas
que jamás podrían desvanecerse de ningún mundo.