Este es un libro anómalo, al menos desde una perspectiva feminista. Con una profundidad que exige esfuerzo, al tiempo que produce perplejidad, Fortunati nos introduce de lleno en una crítica interna a las categorías marxianas. En el centro de la discusión, se encuentra el trabajo de reproducción y cómo éste, realizado mayoritariamente por mujeres, ha sido objeto de una continua desconsideración por parte de la propia tradición marxista. A partir de estas premisas, Fortunati explora la doble figura de la mujer como obrera del hogar y secundariamente como obrera del sexo, ambas en posición subordinada y sin embargo crucial en la reproducción presente de la fuerza de trabajo masculina y futura en el marco de la familia capitalista. La acumulación de capital se muestra así como un proceso complejo que requiere para su realización no únicamente del trabajo de fábrica, sino también de una explotación completa del trabajo femenino.