El románico del País Vasco es un arte concebido en clave femenina. En sus portadas, canecillos o capiteles apenas aparecen las habituales imágenes religiosas que abundan en este tipo de templos; aquí, por el contrario, de sus piedras y pigmentos emergen orgullosas damas con ricos tocados, caballeros perfectamente ataviados, castillos sobre altas lomas y procesiones de oscuro significado. La lejanía de los grandes centros de poder religioso y las frecuentes fricciones con el obispado nos dibujan un panorama de iglesias dominadas por las damas de la nobleza rural. En un mundo en el que la escritura no era un saber frecuente, las mujeres de la nobleza pudieron alzar su voz en imágenes, dejándonos todo un rico legado que, lamentablemente, hemos malinterpretado y oscurecido una y otra vez desde los estereotipos contruidos en nuestro presente.